viernes, 24 de julio de 2009

Yo, raza dominante

A lo largo de la historia, el hombre se ha planteado el dilema moral de la selección de los mejores individuos, la eugenesia.

Realmente es una idea más usual de lo que cabría imaginar. Está presente en novelas como “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, “Dune” de Frank Herbert (la Bene Gesserit manipulaba los patrones reproductivos para crear al Kwisatz Haderach), “Que se mueran los feos” de Boris Vian, “La puerta al país de las mujeres” de Sheri S. Tepper y “Esa horrible fortaleza” de C. S. Lewis, en películas como ”Gattaca” y “Moonraker” y en series como “Star Trek” (episodios Semilla espacial, Tierra fronteriza, Estación Fría 12, Los amplificados y la película La ira de Khan).

Mi plan para dominar el mundo nada tiene que ver con la eugenesia. Es, sin embargo, un destilado de la mejor estrategia, combinada con una buena dosis de paciencia y sobre todo sentido del humor.

La idea surgió en mi cabeza un día que estaba divagando sobre los chinos. El 14% de la población mundial pertenece a la etnia Han, debido en gran medida al dominio del cultivo del arroz desde tiempos remotos. Son muchos y muy curiosos. La raza Mongoloide (que así se llama, no es por faltar), es que es el grupo humano que menos suda,
poseen órganos genitales más pequeños que otras razas y tienen problemas con el alcohol. Con la misma dosis de alcohol qon que se emborracha un chino, el caucásico europeo no ha hecho más que empezar con la fase de cánticos regionales:

1º.- Negación de lo improbable (Una copita y me marcho)
2º.- Exaltación de la amistad (Eres un/a tío/a de puta madre)
3º.- Cánticos regionales (Asturias patria queridaaaaa…)
4º.- Degradación del idioma (¿Nunja de disho que me caes de buda badre?)
5º.- Autosuficiencia moral/ económica (¡Voy de buda badre pa condushir!. ¡Yo bago esda ronda!)
6º.- Transmisión de culpabilidad (Me han dado gadrafón. Los hielossstaban gadugaosss, cabrodess!)

7º.- Recuento de los daños (He berdíol móvil!. ¿Y esa hosdia en la buedta del coshe?)
8º.- Vuelta a negación de lo improbable (Do vuedvo a beberrr..)

Además, por su número se ha especulado que saltando todos a la vez sacarían al mundo de su órbita, pero se exagera porque la masa de todos los chinos juntos es trece órdenes de magnitud inferior a de nuestro planeta y eso suponiendo un peso medio de 75 kg por chino, que ya es suponer, viendo lo flacos que están.

Pero sigamos con mi plan de dominación del mundo. Para crear tal artimaña y que tenga resultado, tan sólo he de mover algunos peones y dejar que las matemáticas hargan el resto.

No hace mucho tiempo que soy donante de esperma, al fin rentabilizo mis pajas. Dicha actividad terminará cuando tenga seis hijos, según la Ley. No son muchos para dominar el mundo, es cierto, pero veamos en qué me pueden ayudar las matemáticas: Si logro de alguna manera que mis vástagos sean también donantes de esperma, en cada generación sucesiva el número de descendientes aumentará exponencialmente. Como de cada individuo varón pueden nacer, de media, tres nuevos varones, el número de descendientes en cada nueva generación será de 3, 3 al cuadrado, 3 al cubo,…, 3 elevado a n.

Así, en la quinta generación, al cabo de unos 100 años, el número de mis descendientes será de 243. Al cabo de 200 años ya seremos unos 59.000 individuos. Por fin, al cabo de 400 años, unos 3.486.784.000 habitantes del planeta pertenecerán a la misma raza, la Charlina, con lo cual, el mundo estará en nuestras manos, JA, JA, JA, JA !!!. Por fin los daltónicos, escaladores e ingenieros dejarán de ser los raros. Dejará de tener sentido combinar las camisas y los pantalones, habrá competiciones de escalada en prime-time los fines de semana y al fin se demostrará que el que vale, vale y el que no, a letras.

 
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