martes, 15 de enero de 2008

¿Cambio climático?

Según el primo de Rajoy, no. Según los que saben de esto, rotundamente sí. Este invierno se está portando de forma rara. No llueve lo que debería y por tanto, el inicio de la temporada de hielo se está haciendo de rogar. Por lo pronto, las cascadas de hielo más accesibles para los que vivimos (¿sobrevivimos?) en El Foro no se han terminado de formar. Hablo de las cascadas de Neila o Gredos. Los crampones se oxidan, los piolos se cubren de polvo y los tornillos se aburren en sus fundas. Sin embargo, lo que sí hace es un frío del carajo. Con unas buenas lluvias (no este temporal de la semana pasada, que ni chicha ni limoná) sino unos cuantos días jarreando nos ayudarían mucho. Sólo queda esperar y confiar en que los hielos aparezcan, tarde pero que aparezcan.

Mientras tanto, seguimos penando por la roca. Digo penando porque con este frío, aunque el granito esté en condiciones óptimas de agarre y pudiéramos subir grado en la Pedri o la Cabrera, la verdad es que si te aventuras por allí lo sufres bastante. Pongo como ejemplo el pasado domingo. Nos subimos Pedro y yo a gastar suela en La Cabrera, confiados en que el sol que brillaba esa mañana nos dejaría estar a gustito. Pues no, resulta que la temperatura era de 3 ºC y soplaba un viento que acentuaba la sensación de frío. Aún así decidimos subir, tras tomarnos un café en el bar. Conforme nosotros subíamos, bajaban nuestras ganas de meternos a la tapia. Sólo se veían unas pocas cordadas en los primeros largos, así que decidimos practicar un poco de fisura en unas peñas a mitad de camino hacia el Pico de la Miel. Vimos una grieta para cacharrear de unos 10 metros, que ganaba altura en diagonal hacia la derecha y con un inicio vertical. Aquello nos bastaba. Tras unos primeros metros verticales pero fáciles, me metí de lleno en la fisura probando en bavaresa. Así avancé un metro y descubrí que no podía meter seguros porque sólo podía colocar los pies en adherencia y oposición. En fin, un embolao. Después probé con empotramientos de manos y pie izquierdo, manteniendo el derecho en una precaria adherencia. Aquí me iba acordando del esparadrapo que se quedó en casa y aunque la fisura ofrecía buenas posibilidades para empotrar los puños, el dolor y el frío me hicieron pensar en alguna otra forma de subir. Sólo quedaba la sagrada opción artifo: Habíamos subido un par de anillos de cinta y un par de friends suficientemente grandes, lo que unido a un par de pelotas, completaban el equipo básico para tener éxito. El friend más grande entraba muy bien pero el otro, dos números más pequeño, más que colocarlo, lo tiraba dentro de la fisura a ver si hacía algo. El caso es que fui progresando por la vía, manteniéndome en equilibrio como una garza sobre un solo estribo, mientras quitaba el friend más retrasado, lo colocaba unos metros más arriba y pasaba la cuerda por su expres. Ahora pienso en que una pérdida de equilibrio o un movimiento mal hecho y el único friend que me sujetaba a la pared podría haber caminado por la fisura y haberse salido. Y esto lo tuve que hacer, no una, sino tropecientasmil tropecientas veces.


Al final, acabamos la vía y tampoco hubo suerte: del balón, ni rastro.
Como el frío arreciaba y Pedro empezaba a notar los síntomas de una gripe, decidimos dar un paseo por las peñas de Valdemanco. Nos topamos varias veces con carteles que prohibían el paso a las faldas del monte debido a una cacería de jabalíes. Los carteles, por supuesto, no eran oficiales, pero estos personajes que se dedican a perseguir y matar animales pretendían impedir que los demás disfrutemos de lo que es de todos, un monte público. Nosotros, ni puto caso al cartel (ni tampoco el SEPRONA, ¿dónde se meten cuándo se les necesita?). Tomamos una senda monte arriba desde el monasterio de San Antonio y acabamos en un caos de bloques de granito que nos desanimó a seguir más arriba. Desde allí le echamos un vistazo a las peñas para ponernos deberes. Se trata de una zona poco frecuentada que cuenta con numerosas vías, desde placas de adherencia de varios largos a espectaculares techos de artificial, al estilo del Great Roof del Capitán. Nuestro objetivo para la próxima visita será abrir una vía nueva en la cara norte de la peña situada más al oeste y si podemos, hacer el gran techo.

Por supuesto, nuestro objetivo fundamental es y seguirá siendo encontrar el balón.

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